Blogia
el oficio de vivir

Younger than yesterday

Después de varias semanas teniendo esto abandonado me he dicho a mí mismo que había que escribir algo, narices, no está bien dejar las cosas a medio empezar.

Supongo que la principal causa de mi pereza a la hora de acercarme al teclado (a parte de mi gandulería congénita hacia todo) es que aún no sé muy bien qué carácter quiero darle a este blog, y no tengo nada claro qué cosas exactamente debo escribir porque resultarán interesantes y qué cosas no. Bueno, tengo muy claro que no quiero que sea una bitácora personal de esas donde la gente cuenta sus miserias cotidianas. La vida del internauta hispanohablante medio ya es bastante patética como para que encima tenga que leer la patética vida de otros internautas hispanohablantes medios. Además irremediablemente esto acabaría evolucionando hacia una minuciosa descripción de mis problemas crónicos de estómago, algo así como: “esta mañana he vomitado y he venido a contártelo, oh lector desocupado, debo añadir el whiskey escocés a la lista de alimentos que no me sientan bien.”
En cualquier caso de lo que sí que me he dado cuenta es de que no debo tener grandes pretensiones para este blog: nadie va a encontrar aquí el sentido de su existencia (si tú pensabas que sí te jodes, sigue buscando) y probablemente nadie va a recalar más de diez minutos ni dará más importancia a lo que escriba. He estado una semana dando vueltas intentando escribir algo parecido al texto de Rayuela que puse el otro día y he acabado dándome cuenta de dos cosas: 1) que no me gusta la parrafada que escribí sobre Rayuela el otro día y 2) que el objetivo principal de esta página es darme gustito a mí mientras escribo y que, por lo tanto, puedo escribir de lo que quiera y, si no sé sobre qué carajo escribir, puedo divagar sin sentido como ahora estoy haciendo.

Y mientras escribo todo esto estoy escuchando la versión de My Back Pagesde Dylan que hicieron los Byrds y me doy cuenta de la belleza que encierra la música. Voces bonitas, instrumentación sólida y sugerente a la vez, un ritmo que va creciendo y una melodía que me da ganas de ponerme a saltar y a cantar. La felicidad cabe en tres minutos. Ahora soy mucho más joven que ayer.

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